En la tarde de ayer domingo, en solemne eucaristía, presidida por Monseñor Luis Eduardo González, fueron instituidos tres nuevos ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión, quienes llevarán el Santísimo Sacramento a aquellas personas, que no pueden acceder, por sus propios medios, a este sacramento.
Con la asistencia de numerosos fieles, en la catedral Nuestra Señora de las Mercedes, Monseñor Luis Eduardo instituyó como ministros extraordinarios de la Comunión, a Sergio Smaldone, Mirian Ávila y Ángela Etchebarne, después de un largo e intenso período de discernimiento y preparación.
Por su parte, el P. Germán Celio, párroco de la catedral, les hizo entrega de la teca (pequeño recipiente, generalmente metálico, que se utiliza para transportar la hostia consagrada, principalmente para llevar la Eucaristía a los enfermos o personas que no pueden asistir a misa) dándoles la importantísima misión, en nombre de la comunidad, de llegar a lugares donde no lo pueden hacer los sacerdotes o los diáconos.
En su homilía, Monseñor González, basándose en el pasaje del Evangelio correspondiente, puso especial énfasis en la gran importancia y poder de la oración, tanto sea rezando por nosotros mismos, como también por los demás. Teniendo muy presentes a aquellos por los cuales nadie reza, o inclusive, que ni ellos mismos rezan por sí mismos.
Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión
Los laicos pueden ayudar en una forma activa a los párrocos en la distribución de la Comunión, tanto en la misa como fuera de ella. Es un ministerio laical contemplado en la Iglesia Católica y estipulado en el Canon 230, párrafo tercero del Derecho Canónico que dice: “Donde lo aconseje la necesidad de la Iglesia y no haya ministros, pueden los laicos, aunque no sean lectores ni acólitos, suplirlos en algunas de sus funciones, es decir, ejercitar el ministerio de la palabra, presidir las oraciones litúrgicas, administrar el bautismo y dar la sagrada Comunión según la prescripción del derecho”. Y en el canon siguiente (231) establece que para ejercer este ministerio laical se requiere de la debida formación, conciencia y generosidad.